Empiezo una serie de entrevistas breves con los protagonistas de la segunda edidión de La Cata del Barrio de la Estación que tuvo lugar en septiembre de 2016 en Haro. Una oportunidad única para entender los vinos de la región norte de la DOCa La Rioja y profundizar en aquello que une y a la vez hace distintos a los vinos de un mismo entorno vitivinícola estrechamente vinculado a la vía del tren. Hablamos con todos ellos de Cataluña, La Rioja, la cultura del vino, el enoturismo, la comunicación, el cambio climático y… ¡sus grandes vinos! La iniciativa ha merecido este año pasado el premio International Wine Challenge a la mejor propuesta enoturística.
(IV) María José López de Heredia (Viña Tondonia)
Conversar con María José López de Heredia, gerente de Viña Tondonia, es mucho más que un lujo. Tuvimos la suerte de compartir conversación Ester Bachs y servidora tras la cena de recepción de la segunda edición de La Cata del Barrio de la Estación, en Haro. Entrevista interrumpida constantemente por todo aquél que la veía y que no quería dejar de saludarla. Un mundo de hombres – me di cuenta de ello entre tantos saludos – que la admiran y la cortejan des del punto de vista enológico. A pesar de ello, la intensidad de la entrevista es total y María José es capaz de hilvanar respuestas con preguntas y viceversa. Parece que tiene todo el tiempo del mundo… Pero no. Es que sabe estar, conversar y profundizar hasta en lo más íntimo. Está dispuesta a comunicar lo que vive y siente. «Los atardeceres en La Rioja tienen mucho de africanos», advertirá. Una luz potente que se adivina también en su rostro, en su mirada… Inquietud, determinación y elegancia.
«Tenemos que contar la historia de 140 años. Ahora estamos en la cuarta generación. Mi padre falleció cuando tenía 86 años… Pero no se irá nunca. Creo que no se van, cuando está la empresa familiar se quedan en ella… los fantasmas», suelta de inicio. Y confiesa: «La tristeza es muy dura, cuesta recuperar la energía, somos 4 hermanos y 3 trabajamos en la bodega. Estamos prácticamente todos involucrados. Y ahora empezamos a estar en paz. Lo espiritual es tan importante como el día a día». Misticismo y magia en sus declaraciones, como cuando uno se adentra en la bodega y el paso del tiempo le acaricia los hombros entre el olor a vino y moho.
Después de crisis, cambios y trabajo duro, Maria José cree que Viña Tondonia está ahora recogiendo sus frutos. «Hacemos lo mismo de siempre. Recuperando la energía que nos ha fallado con la muerte de nuestro padre, pero los vinos son un reflejo nuestro. Ahora estamos en un buen momento. Los clásicos están de moda. Y cuando no lo están, como los blancos de la Rioja o los Gran Reserva en su momento, tenemos que luchar mucho para darlo a conocer», cuenta sin tapujos. «Soy una mujer quijotesca, amante de las causas perdidas. Y ahora me toca luchar por los tintos. Basta que falte algo para que se valore, en el mundo del vino», añadirá. Me sorprende su sinceridad y rotundez. No nos conocemos pero se abre de par en par. Recuerda que en Catalunya el programa televisivo «En clau de vi» con Josep Roca la hizo archiconocida. Tanto es así que en las visitas enoturísticas con las que coincide, los clientes catalanes se lo recuerdan.
«En nuestro proyecto, ilusión nunca ha faltado. Ha habido mucha gente involucrada empezando por el bisabuelo que nunca vio el proyecto terminado. Mi padre siempre decía: tienes que terminar un proyecto empezado. Y es muy gratificando cuando lo culminas. En 10 años, celebraremos el 150 aniversario. No me gusta envejecer, aunque el aniversario de la bodega me encanta. Vamos a dejar las cosas bien hechas para la quinta generación», cuenta la gerente de Viña Tondonia, sin olvidar nunca los orígenes y las raíces y pensando a la vez en que quizás sus sobrinos podrán o querrán hacerse cargo del proyecto enológico en el futuro.
A lo largo de 140 años, las generaciones de los López de Heredia se han consagrado al propósito de conseguir unos vinos excepcionales, obras maestras de artesanía y refinamiento, susceptibles de emular a los más famosos del mundo; un anhelo que el fundador de la bodega, don Rafael López de Heredia y Landeta, definió, en el siglo XIX, como el «Rioja Supremo».
«Tengo claro que sólo se puede aprender de los mayores«, cuenta María José López de Heredia. «Hecho de menos mis viñas, las necesito físicamente. Estar en La Rioja, en el campo. Es donde recuperas la energía y puedes tomar decisiones. Leo ensayos, literatura buena, los clásicos, Catón, los romanos… Por defecto y por necesidad también». Detalla sus aficiones culturales, las que la nutren, además del vino. «Mi ioga es la lectura. Lo mejor es no hacer nada por necesidad. Leí hace poco a Saramago. Leer no es un paso ligero, es un trabajo. Me sirve para tomar decisiones…». Lo de la literatura para aprender, reflexionar y decidir me parece tan necesario en los tiempos que corren, pero hay más: «El próximo reto es tener un edificio para el archivo documental. Y estoy leyendo cartas de pedidos a Filipinas, de falsificaciones de vinos, leo a mi bisabuelo y a mi padre… Estoy documentando también el espíritu». El archivo es una disciplina para los López de Heredia: «Antes trabajaban muy bien. Me enriquece leerlo, es la mejor educación recibida», sentenciará María José.
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«La Rioja vive un momento dorado desde que me incorporé a la bodega. Pero hay mucho trabajo de fondo, como dije antes. Mi padre siempre nos recordaba No te preocupes de vender sino de cobrar«.
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«Hoy se bebe diferente. El vino es cultura. Está, existe… Y sin descanso debemos darlo a conocer. Pero los jóvenes consumen diferente. Hay que enseñar a beber vino. Y a disfrutarlo».
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«Antes se bebía más tinto porque el agua estaba en mal estado, no era siempre potable. El vino es un vaso dilatador. En España el consumo es bajo, en Burdeos sin embargo está de moda y en Haro es un pueblo donde se bebe, y bien. Pero es cierto que no conseguimos el objetivo. El vino lo debe beber quien lo sabe apreciar, no quien pueda pagarlo«, advertirá y con toda razón María José López de Heredia. Añade a continuación que «quien quiera beber buen vino tiene que luchar para permitirse el lujo».
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«Hay que trabajar para que se considere alimento. El vino tiene vitaminas, minerales. Debemos beberlo poco y cada día. Un consumo moderado es bueno, como buen alimento que es. En mi niñez, en mi casa, tomar Tondonia era estar en casa. Y ahora buscamos lo mismo», comenta la también directora general. Un perfil que sea honesto con el terruño, las variedades y la ética y responsabilidad que les dejaron padre, abuelo y bisabuelo.
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«En Cataluña tenemos el 50% de nuestras ventas. Es un mercado importante, el catalán, y fino. Igual que la zona norte de España. También son importantes aunque no en volumen los gallegos, cántabros, guipuzcoanos y riojanos que de forma natural han consumido nuestros vinos», matizará para hablar de mercados. Los conoce puesto que su cargo de directora comercial le hace viajar, conocer y contrastar.
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«Nuestra familia ha sido siempre austera por convicción. No podemos vivir de otra manera»
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Le preguntamos por un vino que pueda simbolizar el momento por el que pasa la bodega familiar López de Heredia y siente que todos. «Quizás sería un tinto. Es el que regalo. Es único. Mi bisabuelo quería hacer de él el Rioja Supremo. Hace 140 años la aristocracia bebía vino francés, era símbolo de alta calidad y elegancia. Los que tenían contactos diplomáticos e idiomas podían acceder a ellos. Era un vino especial el que creamos. Mi abuelo celebraba cualquier cosa con un Tondonia. Creo que cuando lo tenemos disponible – el vino también – no le damos valor; cuando no está, entonces sí».
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«Me hubiera gustado vivir en la finca que da origen al Tondonia Reserva. Mi padre se hacía llamar viñólogo. En las generaciones de después todos hemos cursado enología y otros estudios superiores, yo por ejemplo, derecho . Tondonia era también su finca favorita. Es elegancia y finura. Los grandes reservas demuestran la filosofía de la empresa. Mi bisabuelo ya quería que el Tondonia reserva envejeciera muchos años. Y de aquí que fuera y sea un vino especial. Andamos ahora por la añada 2004 en el mercado, 12 años de evejecimiento…»
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La conversación podría alargarse in eternum porque María José lo pone fácil además de interesante. Pero no hay tiempo para más. «La Rioja tiene unos atarcederes mágicos… Soy de disfrutar y no de grabar. Tenemos atardeceres africanos y cielos épicos», suspirará.